martes, 5 de enero de 2010

La ayuda exterior es "una manera de transferir el dinero de los pobres de los países ricos a los ricos de los paises pobres"

jueves, 19 de noviembre de 2009

Curso del 63

Se trata de un programa que ha realizado Antena 3, que gracias a Dios por cierto, ha llegado a la conclusión.

Consistía dicho “reality” en el internamiento de un grupo de jóvenes en un centro escolar con las normas culturales y educativas propias de los años 60. Cabe recalcar, y como muy bien dice la pagina de Antena 3, que el programa no pretende que sea un retrato exacto de los institutos de los 60, ya que por ejemplo, el castigo físico propio de dicha década, en el programa es inconcebible, además de que chicos y chicas estudiaran juntos como sucede en el programa, tampoco era normal que ocurriera en los 60. Lo que pretende en realidad este programa (si se le puede llamar así), es abrir un debate sobre el actual sistema educativo y la actitud que muestra la juventud en todos los ámbitos de la vida.

En semejante programa que insulta a la inteligencia del ser humano, el profesorado de este “centro” está compuesto por un director que hacia cameos en series como “Upa Dance”, a un profesor que era monologuista en el canal “Paramount Comedy”, y otros diversos actores.

En cuanto al alumnado, han cogido la peor muestra de la sociedad, un grupo de jóvenes mayores de 18 años, la mayoría andaluces, por lo cual me siento bastante insultado, que no saben ni multiplicar, y que tienen de modales cero. A todo esto, y con respeto a los homosexuales, cosa también inconcebible en aquella época, han escogido a un par de ellos afeminados, situación que en aquella época le hubiera causado numerosas lesiones por acusaciones como la de “desviado”.

Por más que lo miro no encuentro debate alguno, y solo encuentro incongruencias y un programa carente de sentido sin ninguna relación existente real con la década de los 60, en el que lo más interesante que se puede observar son los lloriqueos de los niños malcriados por un tanga, la comida, maquillaje, niñatadas que hacen, y peleas y traiciones entre ellos.

La falta de respeto y la cantidad de insultos llega a un punto que llega a ser tan absurda que roza el ridículo e insultan mi inteligencia.

Pero lo más triste de todo esto, es la cantidad de audiencia que han tenido, y eso si que se debería debatir, sobre nuestros gustos televisivos, y es que después de esta bazofia, y otras más como las de Telecinco, pienso que nuestra sociedad está perdiendo los estribos prefiriendo ver situaciones estrambóticas y morbosas, en detrimento de programas que culturicen o que al menos nos informen de la verdadera realidad en la que vivimos.

Y ya, para colmo de los colmos, lo último fue ver publicidad de poli tonos para el móvil con frases del profesorado, y es que no paro de lanzarme las siguientes preguntas: ¿hasta dónde hemos llegado? Y ¿Hasta dónde llegaremos? ¿Es este el fiel reflejo de la juventud actual?

Para despedirme de esta mini critica he de dar las gracias Antena 3 por dejar en mal lugar a tantos jóvenes mayores de 18 años que son educados, estudiantes, cultos, responsables, formales, con buena presencia, correctos y con dos dedos de frente.

domingo, 1 de febrero de 2009

Sondeo británico: creaccionismo contra teoría de la evolución

Más del 50% de la población británica no acepta la Teoría de la Evolución de Darwin

El prestigioso biólogo Richard Dawkins, uno de los darwinistas más fervientes de la comunidad científica y autor del libro 'El Espejismo de Dios', considera que la encuesta refleja un preocupante nivel de ignorancia científica entre la población británica.

"Es evidente que la vida no es el resultado del azar", afirma Dawkins. "Pero el error es pensar que Dios es la única alternativa al azar, y está claro que Darwin no pensaba eso, porque demostró que existía una alternativa para explicar la evolución de la vida que no tenía nada que ver con la intervención divina: la selección natural".

El Arzobispo de Canterbury, Lord Carey, ha contraatacado asegurando que la visión de Dawkins es demasiado simplista. "Su argumento a favor del ateísmo es que hay que elegir entre Dios o la evolución para explicar la diversidad de la vida biológica, y como la evolución es verdad, Dios no existe. Sin embargo, yo soy cristiano, pero no tengo ningún problema a la hora de aceptar que la evolución es la mejor explicación científica que tenemos para comprender la diversidad de la vida en nuestro planeta".

martes, 6 de enero de 2009

Conflicto en GAZA

¿Qué opináis?

Cronología de la operación militar

Declaraciones de Simon Peres: "Ninguno se quedaría con los brazos cruzados si se lanzaran misiles contra su país"

Zapatero se vuelve a alejar de EEUU: acusa a Israel e invita a Mahmud Abbas a Madrid.

Testimonios palestinos

Ataque a una sinagoga en Touluse




Espero que el tema os interese y volvamos a recuperar el debate.

Un saludo y feliz año 2009

lunes, 6 de octubre de 2008

Las tres derechas

LA derecha de hoy presenta demasiadas secesiones. Le ha sucedido lo contrario que a la izquierda. La izquierda es una desde que Carrillo pasó a mejor vida que la política y Anguita sucumbió a la reconquista socialista. Con seres más o menos moderados, más o menos lúcidos y lucidos, menos inteligentes y más ineptos, pero una. A la derecha española, en cambio, le está sucediendo lo que a la derecha europea. El bipartidismo y el pensamiento bipolar es estrictamente anglosajón, y para que sobreviva son necesarias tres cosas: una maquinaria cinematográfica con guionistas en huelga, un cuatro de julio con banderolas y cabalgata azul, y una tendencia natural al chou, quiero decir, al espectáculo y al mitin de confeti. Esto, o varias pelucas blancas, de tirabuzones. En Europa, en el continente, el pensamiento político es menos cuadriculado -más octogonal, más poliédrico.

La derecha rancia ha perdido sus complejos y ya no oculta sus verdaderas ideas. Ha salido de las catacumbas y predica con sus canales digitales y sus líneas editoriales. No enaltece a Franco, no sale en episodios de Cuéntale a Imanol, ni cantan boleros sepias como Espérame en el Cielo, pero expresan con convicción, con aspereza, sin talante, una ideología clara, motivada, de principios. Son, de lejos, los más tolerantes con otras opiniones de la escena política -y la izquierda es la nueva censura, la nueva inquisición ideológica, sectaria, inflexible.

La derecha jovenísima, modernísima, con su chupete de recién nacida, comete el mismo error que la izquierda. La línea divisoria entre la izquierda y esta derecha nuevísima, la de alcaldía de villa, es casi inexistente, nadie sabe dónde está o si la habido. Las dos defienden posiciones políticas sin saber, en realidad, por qué las defienden. Lanzan mensajes en un todo inconsciente, autómata, mecánico, puro reflejo. Les sucede como a los vascos nacionalistas. Reclaman una independencia, una lengua excluyente, la prohibición el castellano, todo sin un fondo histórico, ni sociológico, ni ético, una inventiva inmensa. No hay razones ni motivos. Sólo una moda política de soniquete, una corriente -una ventolera que, a fuerza de repetirse, parece verdad, pero no.

La derecha mayoritaria, la que se gusta de llamarse centro y era aznarista hasta Irak, la que maniata al resto y dirige la oposición, perpetra el pecado de ser consciente de sus malas obras. Esta derecha, la que aprueba oposiciones de registradores y abogacía del estado, la que viste barba y voz de esencia de perfume en el Congreso, reniega de la derecha de siempre y se abraza o desprecia a la derecha modernísima en idas y venidas calculadas, estudiadas al milímetro. Apoya una medida política u otra en atención a las encuestas, al rédito electoral. Renuncia a ideas por votos, de un modo pensado, deliberado, consciente, en un constante mirar hacia otro lado en las matemáticas de las urnas. Es peor que la izquierda, porque la izquierda, aunque sea a veces, se cree a Marx y quiere ser como Rigoberta Menchú. Esta derecha es la más política de todas -o, lo que es lo mismo, la más lamentable de todas.

Y así, queda zapato para rato. Y con estas estamos.

http://www.diariodejerez.es/article/jerez/247025/las/tres/derechas.html

jueves, 25 de septiembre de 2008

Aquí esta el video de este texto para aquellos que no quieran leerlo.

miércoles, 24 de septiembre de 2008

El 11 de septiembre catalan

Me ha llegado este texto por e-mail, lo cuelgo para mi amigo DeObando.

"CATALUÑA I

Para mí es un inmenso placer estar con ustedes en esta maravillosa ciudad porque confieso ser un impenitente pecador. Y la oportunidad de venir a pecar contra todos los mandamientos de la Santa Iglesia de lo Nacionalistamente Correcto precisamente aquí, en Barcelona, era una tentación en la que ha sido un placer caer. Porque el principal problema de la España de hoy, que condiciona la vida política de todos los días, es la Inquisición nacionalista, sobre todo la vasca y la catalana, pero no sólo de ellas, pues han logrado contagiar a casi todas las demás provincias españolas. He dicho nacionalistas, pero me gusta más decir separatistas, pues al decir nacionalismos parece que se les está concediendo que hay algo nacional detrás de sus planteamientos, lo cual es concederles demasiado.

El ideario nacionalista gira en torno a dos ejes centrales: el momento fundacional y el agravio. Sin esos dos ejes, los nacionalismos no podrían existir.

Falsedad del momento fundacional del nacionalismo
El primer eje es el momento fundacional, es decir el momento del pasado en el que los nacionalistas hacen arrancar su nación. Pueden ser varios, intercambiables según convenga. En Cataluña suele ser Wifredo el Velloso, al que han hecho padre de la nación catalana desde un momento histórico en el que ni el propio concepto podía concebirse. También suele echarse mano del conde Borrell y, cómo no, de Jaime I. Porque fíjense en un hecho curioso: los nacionalistas, que siempre están llorando por lo que les hizo y hace sufrir el imperialismo español, siempre escogen como momento arquetipo de la nación a recuperar el de más extensión territorial. Aquí es Jaime I, del que arranca la locura ésa de los Països Catalans que incluyen Valencia y Baleares; y en el caso vasco, qué casualidad, Sancho el Mayor, momento de mayor expansión del reino de Navarra.

Lo importante de este momento fundacional es que los separatistas están convencidos, y no hay quien les baje de su dogma, que probando la existencia de un reino, un condado, un ducado o un señorío en algún lejano siglo de la Edad Media, cuanto más lejos mejor, se obtiene el justo título para la secesión en el futuro. Que cuenten eso los separatistas en cualquier otro país de Europa, tan divididos en ducados, reinos y señoríos medievales como España, y verán las carcajadas que les dedican.

Falsedad del agravio
Pero de los ejes ideológicos de los separatistas que antes mencioné, es el segundo el que hoy nos importa: el del agravio. Porque sin un gran agravio nacional, sin un gran atentado colectivo contra la nación no hay nacionalismo que valga. Aquí también se da la intercambiabilidad: los agravios pueden ser varios, y se pueden utilizar, como comodines de la baraja, según convenga en cada momento. Ahí están, por ejemplo, el compromiso de Caspe, el Conde Duque de Olivares o Franco. Pero sobre todo está Felipe V y el famoso 11 de septiembre de 1714. Sin este mito nacional, perdón, sin el falso mito falsamente nacional del 11 de septiembre, el nacionalismo catalán no tendría razón de existir. Fíjense si tiene valor simbólico este mito que Carod Rovira ha anunciado que el gran referéndum nacional catalán habrá de celebrarse dentro de seis años, el 11 de septiembre de 2014, tercer centenario del fin de la independencia de Cataluña. Según este mito, Cataluña habría sido independiente hasta ese momento, en el que España habría conquistado Catañuña por la fuerza de las armas. Y los bandos contendientes en 1714 serían los catalanes contra los españoles. Pero cualquiera que haya abierto alguna vez un libro de historia no contaminado por la esquizofrenia nacionalista sabe que en 1714 no se enfrentaron catalanes contra españoles, sino españoles de todas las regiones, partidarios de un candidato al trono de España contra otros españoles, de todas las regiones, partidarios de otro candidato al trono de España.

Por muchos intentos que haga la Santa Inquisición de lo nacionalistamente correcto, la mentira nacionalista se cae por todas partes:

- No es cierto que los catalanes fuesen austracistas y los castellanos borbónicos, pues catalanes y castellanos los hubo por igual en ambos bandos.

- Muchos de los más importantes gobernantes castellanos fueron austracistas, mientras qu
e en Cataluña hubo comarcas enteras que se destacaron por su borbonismo. El archiduque Carlos hasta fue recibido triunfalmente en Madrid como rey de España.

- El famoso 11 de septiembre de 1714 combatieron igual número de catalanes a un lado y otro de las trincheras, pues aunque la Inquisición lo oculte, el ejército de Felipe V estaba lleno de voluntarios catalanes.

- No sólo todos los catalanes no fueron austracistas, sino que los que lo fueron no tuvieron nada de separatistas. Si los nacionalistas de hoy pudiesen viajar en el tiempo en la máquina de H. G. Wells y les dijesen a los catalanes de 1714 que estaban muy contentos de saludar a sus antecesores en la lucha contra España, les encerrarían en un manicomio. Los catalanes austracistas presumían de ser los más españoles de todos. La opción por el candidato habsburgo estuvo motivada fundamentalmente por el apego de los catalanes hacia la Castilla habsbúrguica y por su rechazo a la Francia borbónica, a la que veían como enemiga de España.

- Los catalanes que lucharon y murieron el 11 de septiembre lo hicieron en defensa de España, del rey de España y de la libertad de España, y consideraban que los españoles que apoyaban a Felipe V estaban engañados, como textualmente escribió Rafael Casanova. Esta defensa de la España tradicional frente a las influencias extranjeras fue recordada por el más insigne pensador del conservadurismo español, Marcelino Menéndez Pelayo, quien consideró la victoria de Felipe V una desgracia para España:

"No es ciertamente agradable ocupación para quienquiera que tenga sangre española en las venas, penetrar en el oscuro y tenebroso laberinto de las intrigas que se agitaron en torno al lecho de muerte de Carlos II, y ver a nuestra nación, sin armas, sin tesoros ni grandeza, codiciada y vilipendiada a un tiempo mismo por los extraños; repartida de antemano y como país de conquista en tratados de alianza, y luego sometida a vergonzosa tutela, satélite humilde de Francia, y perder sus mejores posesiones de Europa por el Tratado de Utrecht, en que inicuamente se la sacrificó a los intereses de sus aliados, y perder hasta los últimos restos de sus sagradas libertades provinciales y municipales, sepultadas bajo los escombros humeantes de la heroica Barcelona (...) ¡Cuánto padecieron con la nueva dinastía el carácter y la dignidad nacionales! ¡Cuánto la lengua! ¡Cuánto la genuina cultura española, la tradición del saber de nuestros padres! ¡Cuánto su vieja libertad cristiana, ahogada por la centralización administrativa!".

Seguro que nuestros ilustradísimos separatistas están muy contentos de saber que opinan lo mismo que Menéndez Pelayo.

Pero las interpretaciones sobran, ya sean de Menéndez Pelayo o de cualquier otro. Hay un método infalible para conocer y comprender los hechos históricos, y es contemplarlos en su desnudez, acudir directamente a las fuentes. Las fuentes tienen una gran virtud: dejar en evidencia a los falsarios.

Los defensores de Barcelona en 1714… a favor de España
Y qué mejores fuentes que las palabras de los dos principales protagonistas del 11 de septiembre que hoy celebramos: Antonio de Villarroel, el jefe militar a cargo de la defensa de Barcelona, y Rafael Casanova, el conseller en cap. El primero arengó a los combatientes con estas palabras:

“Señores, hijos y hermanos: hoy es el día en que se han de acordar del valor y gloriosas acciones que en todos tiempos ha ejecutado nuestra nación. No diga la malicia o la envidia que no somos dignos de ser catalanes e hijos legítimos de nuestros mayores. Por nosotros y por la nación española peleamos. Hoy es el día de morir o vencer. Y no será la primera vez que con gloria inmortal fuera poblada de nuevo esta ciudad defendiendo su rey, la fe de su religión y sus privilegios.”

En cuanto al segundo, ése al que hoy los separatistas y asimilados van a ponerle flores como caudillo independentista contra España, escribió lo siguiente el 11 de septiembre de 1714 a las 3 de la tarde para convocar a los barceloneses a defender las murallas de Barcelona por última vez:

“Se hace también saber que siendo la esclavitud cierta y forzosa, en obligación de sus empleos explican, declaran y protestan a los presentes, y dan testimonio a los venideros, de que han ejecutado las últimas exhortaciones y esfuerzos, protestando de los males, ruinas y desolaciones que sobrevengan a nuestra común y afligida patria, y del exterminio de todos los honores y privilegios, quedando esclavos con los demás españoles engañados, y todos en esclavitud del dominio francés; pero se confía, con todo, que como verdaderos hijos de la patria y amantes de la libertad acudirán todos a los lugares señalados a fin de derramar gloriosamente su sangre y vida por su rey, por su honor, por la patria y por la libertad de toda España.” Éste es el caudillo independentista al que hoy homenajean los separatistas e imitadores.

“Las mágicas potencias de las urnas” no pueden convertir a ningún pueblo en lo que no es
Y las mismas descomunales mentiras se vierten sobre cualquier momento histórico, cercano o lejano. Es fácil rebatirlas, pero la técnica de los nacionalistas es ir saltando de mito en mito según se los van anulando. Y cuando ya no les queda ninguno, se agarran al argumento sentimental: “Es que yo me siento catalán y, por lo tanto, no soy español”.

Pero el problema de este argumento probatorio es que no prueba nada. Yo también podría darme aquí golpes de pecho explicando que me siento Brad Pitt y no por ello voy a ser Brad Pitt, para disgusto de mis admiradoras. Y ya podrá la mitad más uno de los catalanes proclamar a los cuatro vientos que se sienten íntima y profundamente marcianos, que no por ello las mágicas potencias de las urnas les van a convertir en marcianos.

Además, la pregunta esencial que deben responder nuestros sentimentales separatistas es la siguiente: muy bien, usted se siente catalán y, por lo tanto, no español. Pero, sin toda esa riada de mitos que acabamos aquí de desvelar y que usted, uno a uno, me ha ido concediendo que son mentira; sin todos esos argumentos que han construido en usted una identidad falsa y que le han empujado a usted a odiar a España, ¿diría usted lo mismo? ¿Sostendría usted que es catalán y no español? La respuesta, evidentemente, es NO.

Si las causas de su sentimiento nacional son falsas, ¿cómo es posible seguir manteniendo las consecuencias? No es posible admitir la falsedad de las causas y sostener la legitimidad de las consecuencias.

Nadie sabe qué deparará el futuro a Cataluña y si la esquizofrenia separatista finalmente conseguirá sus delirios. Pero una cosa es segura: si la defensa de la identidad catalana, si la construcción de la nación catalana, pasa por la falsificación sistemática de dicha identidad, por el ocultamiento, por la manipulación educativa, por la censura de las opiniones discordantes, por la imposición lingüística, por la incitación al odio, por la mentira continua, esa Cataluña del futuro no será otra cosa que un inmenso, odioso y vergonzoso fraude.

CATALUÑA II
Todo es falso. Ni Rafael Casanova (el héroe ante cuyo monumento cada 11 de septiembre se congregan las “fuerzas vivas” del separatismo catalán) ni ninguno de los combatientes de la guerra de sucesión de 1714 luchaban contra España. Tal es, sin embargo, la versión oficial que los separatistas han impuesto. Lo más extraordinario es que cuando se denuncia tal falsificación… se callan como muertos. Ni una sola línea han sacado para intentar rebatirlo

Los popes del nacionalismo catalán nos venden cada 11 de septiembre la misma burra: la Diada se celebra por un pretendido rencor a España, dicen, por el recuerdo de la guerra de 1714. Y con ello aprovechan para llenar el saco de otras patochadas que tienen como objetivo exaltar a Cataluña contraponiéndola a España.

Es el drama de los catalanes. El nacionalismo ha logrado encubrir, ocultar y manipular la historia de nuestra pequeña patria hasta hacerla irreconocible. Y todo ello gracias a la nómina de historiadores que han reescrito la historia del Principado como les hubiera gustado que hubiera sido y no como realmente fue. Imbuidos por un romanticismo de leyenda, han forzado los hechos del pasado hasta convertirlos en caricaturas, con interpretaciones irreconocibles que no aguantarían un riguroso análisis historiográfico.

En esa tergiversación de los hechos pasados los políticos nacionalistas, siempre al acecho, han descubierto una poderosísima arma ideológica que emplear contra el adversario, para dejarle sin argumentos y acomplejado por no hallar réplicas a la historia oficial. Así las cosas, llevan treinta años ganando la batalla política, y tienen muchas posibilidades de seguir haciéndolo durante lo que queda de siglo.

Es la historia al servicio de la construcción virtual de una nación con ansias de independencia.

Ya lo decía el escritor Josep Pla: “La historia romántica es una historia falsa”. Y a continuación reclamaba una nueva generación de historiadores catalanes que fueran fieles a la verdad: ¿Tendremos algún día en Cataluña una auténtica y objetiva historia?, ¿tendremos una Historia que no contenga las memeces de las historias puramente románticas que van saliendo?

Una de esas memeces históricas a las que se refería Pla es, precisamente, la Diada, la denominada Fiesta Nacional de Cataluña, que se celebra cada once de septiembre. Es una jornada reivindicativa del nacionalismo en la que los grupos más radicales muestran su rechazo a España por una supuesta agresión histórica que terminó en derrota catalana.

Vamos a la moviola.
En 1700 el rey Carlos II muere sin descendencia, a raíz de lo cual se desata una lucha encarnizada entre las distintas monarquías europeas por conseguir la corona de España y, con ello, la gran herencia que representaba el todavía mayor imperio del mundo. Se abre, pues, la espita de la Guerra de Sucesión, que enfrentará al archiduque Carlos de Austria, hijo de Leopoldo I, y Felipe de Borbón, nieto de Luis XIV, que representaban formas de gobierno y modelos de sociedad completamente diferentes.

Estaba la nación dividida en dos partidos (...) —escribe el historiador y político barcelonés Antonio Capmany—, pero ninguno de ellos era infiel a la nación en general, ni enemigo de la patria. Se llamaban unos a otros rebeldes y traidores, sin serlo en realidad ninguno, pues todos eran y querían ser españoles.”

El archiduque Carlos contaba con la general simpatía del pueblo catalán por su apego al tradicionalismo y su respeto a las concesiones reales que disfrutaba el Principado, con sus jurisdicciones propias, sus inmunidades, sus fueros y privilegios.

Por el contrario, Felipe de Borbón representaba el centralismo y un acentuado liberalismo, además de personificar la aversión que tenían los catalanes hacia todo lo que fuera francés, algo así como una francofobia verdaderamente virulenta, debido a los desatinos que produjo el sometimiento de Barcelona y de otras zonas de Cataluña a la Francia de Richelieu, unas décadas atrás. Con este panorama, era normal que la mayoría de la población catalana abrazara la causa del archiduque Carlos.

Entre 1705 y 1714 los catalanes lucharon en la Guerra de Sucesión española contra el modelo liberal y antifueros que querían implantar los borbones. La lealtad hacia la causa del archiduque Carlos garantizaba el mantenimiento tanto del tradicionalismo como de los privilegios históricos de que gozaba el Principado. Tanto es así que algunos historiadores nacionalistas, como Rovira i Virgili, han afirmado que los herederos directos de los combatientes de 1714 no son los nacionalistas, maulets o separatistas de hoy, sino los carlistas. Una declaración que supone una desconexión entre el nacionalismo moderno, nacido en el siglo XIX, y esa guerra tan lejana. En el alzamiento antiborbónico no existía ninguna aversión hacia España; pero sí al absolutismo borbónico, ilustrado y liberal representado por Felipe de Anjou, e importado de Europa.

Cuando el 11 de septiembre de 1714 los barceloneses deciden claudicar ante el ejército de Felipe de Borbón, el alcalde de la ciudad edita un bando que resume el sentido español de los ideales por los que lucharon esos hombres. “Salvar la libertad del Principado y de toda España; evitar la esclavitud que espera a los catalanes y al resto de los españoles bajo el dominio francés; derramar la sangre gloriosamente por su rey, por su honor, por la patria y por la libertad de toda España”: este párrafo es una prueba más de que la Guerra de Sucesión no tuvo un cariz nacionalista ni separatista, sino únicamente sucesorio y antifrancés.

El futuro de Cataluña se juega en el saber decir a la gente de hoy lo que pasó ayer. Recuperando el pasado con todo rigor, sin manipulaciones románticas y ensoñaciones sentimentales, Cataluña puede reconciliarse con su historia y abandonar esos derroteros que le quitan seny y la abocan a su propia destrucción. ¿Para cuándo una revisión de la historia oficial del Principado?"